El mundo evoluciona a un ritmo vertiginoso. En la era digital en la que vivimos, todo sucede tan rápido que es difícil procesar todos los cambios que se producen a nuestro alrededor sin perder de vista el medio y largo plazo. La digitalización de nuestro día a día ha tenido como consecuencia una profunda transformación de la forma en la que nos relacionamos los unos con los otros. Nos hemos convertido en seres hiperconectados, con todas las ventajas que eso conlleva, pero también en personas hiperexpuestas al escrutinio de una sociedad y un mercado absolutamente global.
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